Reportes diarios de la toma

Desde mi ventana alcanzo a ver gran parte de la ciudad. Pero hace mucho que la ciudad dejó de interesarme. 

Me entretengo mirando el colegio, aquí al lado. La rutina de siempre: a las ocho, el bullicio de la entrada; a las diez el estruendo del recreo; las horas tranquilas durante las clases; la salida impaciente a las tres. Después, el silencio. Por las noches, el colegio parece un gran barco abandonado. 

Pero hace tres días, todo cambió. Los adultos se fueron, comenzó la toma y los alumnos hicieron del colegio su cuartel. Por las noches el barco se llena de luces y de voces, de murmullos y carreras.

Y hay un Nicolás, que  vaga solitario, como perdido. Y escribe ahora mismo lo alcanzo a divisar en la sala 6 el cuaderno abierto. 




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